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> Theodoro al día

40 años de vocación y entrega:
un legado que inspira
Liliana Castrillón 1

Conversamos con nuestra docente Liliana Castrillón Restrepo, quien celebró 40 años de trayectoria en el Colegio Theodoro Hertzl.

Desde que Liliana comenzó su camino en el CTH en 1985, ha sido testigo de innumerables transformaciones institucionales. Su esencia y compromiso con la educación han guiado a niños y jóvenes a descubrir su potencial, a cuestionar, a soñar y a creer en sí mismos. 

Su pasión por enseñar, su calidez y su vocación inquebrantable son un ejemplo para toda la comunidad educativa. Celebramos su trayectoria y le agradecemos profundamente por ser inspiración, guía y corazón en cada aula que ha llenado de vida.

CTH: ¿Qué significa para ti haber cumplido 40 años trabajando en el Colegio Theodoro Hertzl, enseñando, acompañando generaciones y dejando huellas en tantas vidas?

Liliana Castrillón: Este corto tiempo significa tantas cosas maravillosas que sólo puedo resumirlo en dos palabras: crecimiento y pertenencia. Haber podido conocer durante cuatro décadas numerosas generaciones, cada una con sus diferencias, con sus necesidades, con sus fortalezas, con sus particularidades y con transformaciones sociales puntuales, se ha presentado como la gran oportunidad de aprender de cada una de ellas con el corazón, creciendo a su lado mientras sentimos su anhelo de volar, mientras somos testigos directos de los sueños que realizan y los caminos que emprenden. Sin duda alguna, siento una total pertenencia por el colegio, defendiendo los valores que conocí hace 40 años y que nos siguen permitiendo presentar a la sociedad unos egresados integrales, acordes con los principios del judaísmo y su aporte en el mundo. 

 

CTH: ¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje personal que te ha dejado trabajar durante cuatro décadas en el colegio?

Liliana Castrillón: El mayor aprendizaje adquirido en estos gratificantes años está centrado en la fuerza y la resiliencia con la que he podido afrontar cada uno de los retos, desafíos y situaciones que se han presentado, no sólo a nivel personal, sino también en el entorno laboral y social. De esta manera, con una gran aceptación y apertura hacia la cultura judía he podido enriquecer mis dinámicas familiares, impactando en mayor medida mi lectura de lo que me rodea y las herramientas de autoconocimiento e intercambio con las que ejerzo mi labor. Resulta adecuado afirmar que, estos años pueden traducirse en un aprendizaje permanente, no sólo de mi saber específico, sino de algo aún más grande e importante, entender el mundo, conociendo diferentes culturas a la vez que puedo conocerme un poco más.

CTH: ¿Cuál ha sido el momento más especial en el colegio que ha dejado una huella en tu corazón?

Liliana Castrillón: Siento que resulta difícil poder enunciar el momento más especial que haya dejado una huella en mí… muchos años también significa muchas vivencias, cientos de momentos e incontables huellas.

Si pienso en las marcas latentes que habitan mi corazón, vienen a mi mente varios momentos que han hecho temblar mi realidad, desde un “Lili, mi mamá tiene cáncer”, hasta un simple, “un compañero necesita nuestra ayuda”, tener que despedir a algunos egresados de este mundo antes de tiempo, o recibir a los hijos y nietos de egresados en un colegio más evolucionado y abierto… cada persona y momento han hecho que mi ser se fortalezca y que sea posible pensar en los demás antes que en uno mismo.

 

No es posible no mencionar el apoyo y la acogida que recibí por parte de la comunidad en los momentos más difíciles de mi existencia, duelos, enfermedades, y dificultades; puedo afirmar que sentí el colegio como mi refugio, el regreso de la alegría y el abrazo que reconforta. 

CTH: ¿Qué legado, enseñanza o consejo le darías a integrantes de la Familia Theodorista?

Liliana Castrillón: Siento que el legado se construye y que cada persona toma de nosotros lo que le aporta en su propia experiencia y aprendizaje. Sin embargo, espero que mis acciones puedan contribuir para que no se pierda la esencia que siempre ha caracterizado el día a día del CTH, siendo este, el fortalecimiento del ser, la vivencia de un ambiente familiar y cordial entre los estudiantes y los profesores, la cercanía de saber que el otro me conoce y entiende, la permanencia en un colegio donde todos existimos y convivimos sin importar las diferencias y sin sacrificar las particularidades de cada ser humano que contribuye en la magia de este lugar. 

Puedo sentirlo y disfrutarlo en los momentos sencillos en que los estudiantes de Séptimo, conversando en una dirección de grupo, me dicen: “Lili, ese profesor sabe mucho su materia, pero creemos que le falta Theodorizarse”. Porque eso es lo que somos, una comunidad unida, tolerante, competente y fraternal, un equipo que se acerca a los niños y jóvenes con inteligencia y apertura, teniendo como único objetivo una formación alegre e integral. 

Pasar 40 de los 79 años en esta prestigiosa institución me autoriza para expresar con orgullo que poseo el ADN del Theodoro, pues vibro con todos sus logros y cambios, y siento que lo adquirí de muchos que hoy ya no están y que fueron una gran escuela para mí, como, Elvia García Madrigal, Gildardo Peláez, entre muchos otros que al igual que yo somos parte de esta maravillosa historia.

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